Monasterio de Oia, una joya del S.XII
Hace dos veranos estuve trabajando en la oficina de turismo de Oia con unas vistas increíbles al monumento del que os voy a escribir hoy, el Monasterio de Oia.
Cómo llegar:
Por la carretera 550 que une Baiona y A Guarda dirección sur (A Guarda) y a unos 18 kilómetros de Baiona nos encontramos el concello (=ayuntamiento) de Oia y un desvío que nos lleva al puerto y al monasterio.
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El Monasterio de Santa María de Oia se fundó en el año 1137 durante el reinado de Alfonso VII, en él vivían los monjes venidos de diferentes puntos de la comarca y llegó a estar habitado por 140 monjes desde 1137 hasta 1835. En 1185 pasó a formar parte de la Orden del Císter, por ello se le conoce como monasterio cisterciense.
En 1912 fue habitado por los jesuitas expulsados de Portugal que permanecieron allí hasta que estalló la guerra civil y se convirtió en campo de concentración y cárcel.
Cuenta la historia que aquí fueron asesinados muchos catalanes durante la guerra y año tras año sus familiares visitan el monasterio para ver donde perdieron la vida sus allegados.
Tanto en el interior como exterior del conjunto monacal podemos encontrar elementos románicos, góticos y barrocos que dejan patente las diversas modificaciones que se han hecho con el paso de los años.
Junto al monasterio se ubica la iglesia de planta de cruz latina con una escultura de la Virgen del Mar en su interior. Destaca también el coro y la fachada barroca.
Se dice que es el único monasterio de Europa a orillas del mar y gracias a su localización sirvió de defensa en un ataque de la flota turca en 1624, lo que llevó a Felipe IV a nombrarlo Real Monasterio de Oia.
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En la actualidad pertenece a varios propietarios que quieren restaurarlo y convertirlo en un hotel-monumento con categoría de 4 estrellas, 72 habitaciones y spa de agua marina entre otras funcionalidades.
El monasterio no está abierto al público, hacen un par de visitas en época estival pero hay que tener suerte de pasar por allí y que estén con visitas. Yo he tenido la suerte de visitar su interior y he de decir que es una pena las condiciones en las que estaba y que los visitantes no pudieran, por un precio simbólico, entrar y visitar esta joya.
A lo único que se puede acceder es a la iglesia en los horarios de misa o cuando la señora Ester, vecina de la zona, te abra no sin antes rechistar las puertas de la iglesia.
Sin duda, una joya a orillas del mar...
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